Es una enfermedad crónica, de base genética y mediada inmunológicamente, que provoca inflamación y descamación de la piel produciendo, entre otros efectos, enrojecimiento, escamas, picazón, dolor e hinchazón. Puede afectar cualquier área del cuerpo, aunque se ve fundamentalmente en rodillas, codos, espalda, brazos, piernas y cuero cabelludo.

No es contagiosa y tiene un importante componente hereditario.
Determinadas situaciones ambientales como frío, estrés, quemaduras solares, etc. pueden aumentar la cantidad o gravedad de las crisis.
Debido a la visibilidad de los síntomas, quienes la padecen suelen sentir vergüenza y, en muchos casos, se aíslan.

De acuerdo a la edad de inicio de la enfermedad, puede clasificarse en:
• Psoriasis tipo I: comienzo antes de los 40 años; con prevalencia de afección familiar, presenta mayor predisposición a artritis psoriásica.
• Psoriasis tipo II: inicio posterior a los 40 años; casos aislados y menor prevalencia familiar.
La presencia de familiares con psoriasis aumenta las posibilidades de padecerla. La probabilidad de que la descendencia padezca la enfermedad es del 14% con un padre afectado y del 40%, si la tienen ambos.

 Pese a que no es curable, es posible reducir los síntomas y brotes con tratamientos.
 En IOMA contamos con el Programa Más Cerca, cuyo objetivo central es brindar contención, orientación y asesoramiento a un grupo específico de afiliada/os con patologías crónicas complejas de alto costo y baja incidencia, dentro de las cuales figuran la psoriasis generalizada severa y artritis psoriásica. Hasta el momento, hay 167 personas incorporadas.

En un principio, la psoriasis se manifiesta únicamente en la piel, pero también puede comprometer las articulaciones, el corazón y las arterias. Además, tiene un fuerte impacto psicológico en el paciente, por lo que se requiere de un enfoque integral.

La detección precoz es vital para un tratamiento efectivo que mejore la calidad de vida